Los primeros pentagramas en la música

Si bien se cree que en la Antigua Grecia se usaban hasta 4 tipos diferentes de notación musical, la mayor parte de la información fue destruida a causa de la invasión de los romanos. Así, lo más cercano que tenemos al sistema actual de notación musical de nuestros días se empieza a entretejer con más forma en la Edad Media, una época íntimamente ligada a la religión.
Con la libertad de culto brindada a los cristianos en Roma en el 325 d.C, las personas empezaron a buscar su propio perfil musical en cantos que elevaran sus plegarias a dios usando como base los diferentes estilos a los que estaban expuestos y poco a poco, se fue perfilando lo que se convertirían en cantos Gregorianos, los cuales no usaban instrumento alguno puesto que eran a capella. Aquí fue cuando, en un principio la transmisión de ese canto se empezó a realizar a través de Neumas, un sistema de notación musical que consistía en una serie de signos gráficos que representaban uno o varios sonidos, no indicaban ni la altura relativa del sonido ni el ritmo de la melodía, sino que mostraban el sentido o la dirección que debía tener la línea melódica. Sólo servían de orientación mnemotécnica en otras palabras para cantar la canción, y al no seguir normas ni tener una duración concreta, le era casi imposible entender al que no conocía la canción el cómo cantarla a través de su uso.




Para 1150, La escritura musical conoció una importante evolución al sustituir la caña por la pluma de ave que dejaba un trazo cuadrado al escribir, sustituyendo el sistema de neumas anterior; sin embargo, el gran cambio se da con Guido de Arezzo un monje benedictino, teórico musical quien perfeccionó la escritura neumática añadiendo líneas horizontales para fijar las alturas y distancias de los sonidos. Así es como por primera vez tenemos el tetragrama y sobre sus líneas se situaban los neumas que posteriormente se conocerían como notas musicales. Guido de Arezzo es también el responsable de haber dado nombre a las seis primeras notas de la escala: ut, re, mi, fa, sol, la, 
basándose en las primeras sílabas de los versos de un himno del siglo VIII, dedicado a San Juan Bautista.
La pauta de cuatro líneas se solía usar para música religiosa y el pentagrama o pauta de cinco líneas, para la música profana. Pero ya en el siglo XVI, el pentagrama se impuso como pauta de uso común para toda clase de música.



Pero la historia no acaba ahí, pues en el Siglo XIII surge la notación mensural. Los valores de mayor duración acabaron por desaparecer, la semibreve será el valor de referencia equivalente entonces a nuestra redonda actual. También se da la invención de la imprenta en 1455 lo cual supuso un cambio radical para la divulgación de las partituras y a partir de ese momento se tuvo la posibilidad de multiplicar los originales de éstas. No obstante, 
según los expertos, sólo una décima parte de la música escrita con anterioridad a 1600 ha llegado a nuestras manos debido a que hasta esa fecha la impresión seguía siendo cara y compleja por lo que generalmente las copias de las partituras se hacían a mano por expertos. Entonces, con la posibilidad de transmitir música con duración, relaciones y matices propios, la música continuó evolucionando hasta la actual polifonía instrumental.


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