El origen de las Bandas Sonoras en el cine


Muchos de nosotros creemos que la música de cine comenzó con la irrupción del sonido dentro del mundo del celuloide (material plástico, muy flexible empleado en la industria fotográfica y cinematográfica para la fabricación de películas), sin embargo, cuando el cine era mudo, el propio público pedía acompañamientos musicales a lo que veía, y esto se llevaba a cabo bien a través de una pequeña banda de música que tocaba a la vez que se veía la película, o bien por medio de pianos o gramófonos. No obstante, hay que reconocer que estas músicas no se ponían para acompañar a la acción, sino para paliar, en la medida de lo posible, el ruido que producían las bobinas de las cintas.

Poco después es cuando se plantea escoger los temas musicales en función de lo que se está viendo en la pantalla, utilizando por ejemplo, a los grandes clásicos como Chopin y Beethoven ¡Ese es el origen de las bandas sonoras, aunque aún no se creara música específica para el cine!.

¿Y cuál es la diferencia entre una Banda Sonora (BS) y una Banda Sonora Original (BSO)?

Una banda sonora (BS) es la parte de sonido y el resultado de la edición de diferentes pistas, ya sean diálogos, sonidos y música de una obra o acompañamiento paralelo, desde un punto de vista musical, se entiende como banda sonora aquella música tanto vocal como instrumental editada expresamente para una ‘película’, cumpliendo con la función de potenciar aquellas emociones que las imágenes por sí solas no son capaces de expresar.

Cuando la banda sonora es creada expresamente para una obra determinada y no utiliza música preexistente, se le denomina Banda Sonora Original (BSO).
Las BSO y las BS pueden ser de cualquier estilo… Pero el cine de Hollywood y parte del cine europeo siempre acudieron a grandes compositores, generalmente con una fuente de estudios basada en la orquestación y grandísimos conocimientos de armonía, basados en el estudio del clásico.

Etapas del cine sonoro:

Si bien la eclosión de las bandas sonoras llegaría en la segunda mitad del siglo XX, con grandes figuras como Goldsmith, Morricone, el sempiterno John Williams, James Horner, Danny Elfman, Nobuo Uematsu, Hans Zimmer, Yann Tiersen destacando a lo largo del siglo pasado y principios de este, sus orígenes tienen lugar mucho antes, en la música clásica “contemporánea”, tanto la atonal, como la experimental, o la que jugaba con tensiones orientales desconocidas o incluso prohibidas hasta la época (juego de movimientos y cadencias tritónicas, por ejemplo).

1908

Éste es el año en el que surge, en la práctica, la primera banda sonora original de la Historia del Cine, concebida especialmente para reforzar la expresividad de determinados pasajes de una película. Dos compositores, Camille Saint-Saëns y Mihail Ippolitov-Ivanov, crearon varias piezas para las películas El Asesinato del Duque de Guisa y Stenka Razin.

1914

En este año se producen cuatro películas con un fondo musical creado para ellas. La italiana Cabiria cuenta con la participación del músico J. K. Briel, a quien se considera uno de los primeros profesionales en la producción de música específica para el cine. Un año después son diez las películas con fondo musical, es a partir de estos momentos cuando se generalizan las composiciones de este tipo, contando cada estudio con sus propios compositores, situación que se consolidaría en décadas posteriores.

Años 30

Se caracterizarían por una mayor profesionalización de la música de cine, con los nombres de Erich Korngold y Max Steiner como mayores representantes de esta época. La música sufría una metamorfosis, pasando de un acompañamiento constante a un empleo más selectivo para subrayar ciertos momentos.  Los cineastas se dieron cuenta de la gran fuerza del silencio en las películas habladas. Según Max Steiner, productores y directores “empezaron a añadir un poquito de música aquí y allá para acompañar escenas de amor o secuencias mudas”, en la primavera de 1931. Al principio, la música se ajustaba a la acción de modo bastante burdo, y se tomaban de los archivos musicales, esto cambiaría en 1933 con la película King Kong, en ella Max Steiner demostró lo que se podía llegar a hacer con una partitura original totalmente sincronizada con las imágenes.

Años 40

Entre las décadas de 1930 y 1940, los compositores que empezaron a crear música para películas procedían de distintas áreas de la composición musical:

De la comedia musical de Broadway, por ejemplo, llegaban Alfred Newman, Herbert Stothart y Roy Webb, de las salas de conciertos y de la ópera, Erich Wolfgang Korngold, Dimitri Tiomkin, Nino Rota, Miklos Rozsa o Franz Waxman, y Bernard Herrmann o Victor Young procedían de la radio.

Diversos compositores de música clásica (Malcolm Arnold, Aaron Copland, etc.) harían también importantes contribuciones en este campo.

Años 50

Suponen el dominio absoluto de Alfred Newman, pero con un Bernard Herrmann que comenzaría su prestigio por estos años colaborando con otro genio, Orson Welles. Continuaron trabajando con éxito Miklos Rozsa y Dimitri Tiomkin, y surgieron otros importantes autores, algunos de ellos procedentes de la llamada música ligera y del jazz. Entre éstos cabe mencionar a Elmer Bernstein, Georges Delerue, Ernest Gold, Maurice Jarre, Henry Mancini, Alex North y Lalo Schifrin; mientras, otros compositores como John Barry, Jerry Goldsmith y John Williams esperaban una oportunidad, algunos de ellos haciendo música para la televisión, considerada por entonces una amenaza para la industria del cine.

A mediados de la década de 1950, el gran público comenzó a tomar más en cuenta la música de las películas, cambio de actitud que los estudios rentabilizaron animando a sus compositores a escribir temas vendibles, melodías y canciones que pudieran editarse en disco. Por ejemplo, la canción «Moon River», de Johnny Mercer y Henry Mancini para Desayuno con Diamantes (1961), de Blake Edwards, vendió más de un millón de copias.

Años 60

Es la época de la renovación, con nuevas figuras ahora internacionalmente reconocidas, como Henry Mancini, John Barry, Ennio Morricone y Maurice Jarre. No obstante, las viejas figuras aún continuaron trabajando.

Años 70

Es ésta una época de crisis que sólo es resuelta con la llegada de John Williams y sus revolucionarias orquestaciones. Y es que durante esta década se obvia bastante lo que es una banda sonora instrumental, y ello a favor de múltiples canciones que colapsan una música que muchos no creen necesaria, ya que venden más los intérpretes populares con canciones que nada tienen que ver con la película, que los compositores consagrados. De este modo, además, los estudios consiguen reducir gastos al ahorrarse a un compositor que haga la música (en esa época era una partida muy cara dentro del presupuesto de una película).

Años 80

Llega la revolución con el empleo masivo del sintetizador que, si bien ya había comenzado a utilizarse años atrás, en esta década tiene sus mejores ejemplos en autores como Vangelis, Maurice Jarre y Ryuchi Sakamoto. No obstante, la música de orquesta continuó en alza, con John Williams y Jerry Goldsmith a la cabeza de la misma, pero con la aparición de nuevas figuras como James Horner, Hans Zimmer, James Newton Howard y Alan Silvestri.

Años 90

A principios de esta década se produce una recuperación de las canciones no compuestas exclusivamente para una película, en una descarada carrera comercial que no sólo sirva de promoción para la cinta, sino también valga para que en la hucha de la productora entre el mayor número de dólares posible. El punto de partida para algunos lo pone Prince con Batman (aunque algunas de las canciones sí estaban expresamente compuestas para la película). La verdadera película que se benefició de esta política fue Cuatro Bodas y un Funeral, una discretita producción cinematográfica de la que no se cesaba de hablar en la radio debido a la magnífica recopilación de canciones que se podía encontrar en su metraje.

No obstante, la música original compuesta para una película no decae; al contrario, tras el anuncio del retiro de Williams (por suerte, al final se confirmó que continuaba trabajando), otros autores fueron apareciendo en este apasionante mundo musical, que junto a los tradicionales, compusieron verdaderas maravillas. El resumen de los mismos se centra en dos compositores: Mark Mancina, como representante de los que utilizan los sintetizadores, y David Arnold, cuyas partituras son tremendamente sinfónicas, siendo muy destacables el tema central de Stargate y la llegada de las naves extraterrestres en Independence Day.

Hoy en día nadie puede concebir una película sin una banda sonora, sin una música que acompañe y se adapte a las imágenes que estamos viendo. Y aunque algunos directores de cine casi despreciaron este elemento cinematográfico como John Ford,“no me gusta la música de las películas. Detesto ver a un hombre en el desierto muriéndose de sed con la orquesta de Filadelfia detrás de él”, muchos otros no dudaron en utilizarlo (incluido el propio Ford) para dotar de una mayor calidad a sus producciones.

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